“Modernidad líquida y fragilidad humana” - Zygmunt Bauman
La modernidad líquida sociológicamente se define como cambio, transitoriedad
y liberalización de los mercados. En la definición de Bauman, consiste principalmente
en la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y
privatizada, que es marcado por relaciones de carácter transitorio y volátil,
lo que origina los vínculos sin rostro que ofrece la Web.
La cuestión es: ¿Por qué Líquida? Una de las características de los
sólidos es que conservan su forma y persisten en el tiempo, es decir, duran,
mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente o
fluyen, como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los
mercados.
De peligrosa extrañeza de los otros a la sociedad de
la incertidumbre:
Lo que nos parece extraño es cuestionador, implacable del orden por ingresar
desde tierras ignotas, por lo que está presente el estigma de ser portador de
suciedad, siendo un caos contaminante que el orden pretende expulsar, un portador
de ambivalencia que genera reacciones irregulares e impredecibles, porque el
caos genera temor.
La modernidad líquida es cambiante e incierta, un espacio en el que la
familia nuclear se ha transformado en una “relación pura” donde cada “socio”
puede abandonar al otro a la primera dificultad. El amor se hace flotante, sin
responsabilidad hacia el otro, es decir, un tiempo sin certezas. Los Estados
transitorios y volátiles de los vínculos humanos producen desvinculación.

Decrepitud; estados transitorios y volátiles
La “mercancía”, el objeto malo de Mélanie Klein aplicado a la economía
política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se
interpretan como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada. Para Bauman,
la identidad en esta sociedad de consumo se recicla, es ondulante, espumosa,
resbaladiza y acuosa, tanto como su monótona metáfora preferida: la liquidez.
La imagen de la espuma describe el actual estado de cosas, marcado por el
pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos
que interactúan de un modo agitado.
Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad, ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital por una desterritorialización o adicción a la seguridad y miedo al miedo.q
Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros por mantener la comunidad, ésta desaparece con ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital por una desterritorialización o adicción a la seguridad y miedo al miedo.q
Lo “líquido” de la modernidad se refiere a la conclusión de una etapa de
“incrustación” de los individuos en estructuras “sólidas”, como el régimen de
producción industrial en la era de la información o la incrustación de
instituciones democráticas.
Ciudadanos “adictos a la
seguridad pero siempre inseguros de ella”.
"Miedo" es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza. Aunque los temores son muchos y variados, reales e imaginarios, como lo pueden ser un ataque terrorista, las plagas, la violencia, el desempleo, terremotos, el hambre, enfermedades, accidentes, y hasta los ideales del otro que son contrarios a los míos...
Mundo globalizado y policéntrico
El dominio económico y militar europeo no tuvo rival en los cinco últimos
siglos. Europa actuaba como punto de referencia y se permitía premiar o
condenar las demás formas de vida humana como una corte suprema. Pueblos que
hace sólo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de
seguridad y autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de
su propio valor y una creciente ambición para obtener y conservar un puesto
destacado en este nuevo mundo multicultural, globalizado y policéntrico.
El régimen del sabotaje y la lógica del pánico como
argumento central de la política en Sloterdijk

Con el pretexto de la seguridad, los voceros de la nueva militancia dan
rienda suelta a tendencias autoritarias cuyo origen hay que buscar en otro
sitio; la angustia colectiva, cuidadosamente mantenida, hace que la gran
mayoría de los mimados consumidores de seguridad de Occidente se sume a la
comedia de lo inevitable.
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